Este año decidí crear en clase el rincón de la calma, quería plantearlo de tal manera que fuera una opción para los niños y niñas de encontrar un momento y lugar para gestionar sus emociones "desagradables" de una manera autónoma.
Observé que cuando alguno venía un poco triste o enfadado de casa, así como cuando le sucedía algo en la clase, iba a esconderse a un rinconcito justo detrás de la asamblea, entre el mueble de los libros y la pared donde se cuelgan los abrigos.
Aprovechando este hueco creé el rincón de la calma. Limité la zona con cinta adhesiva, coloqué al monstruo de colores (ya conocían el cuento), dos cojines (con el dibujo de dos laberintos) y dos botellas de la calma.
Las normas eran sencillas, en el rincón de la calma hay que estar en calma sin hacer ruido, el máximo número de personas que puede haber allí es de dos y se podía acudir al rincón en cualquier momento que se necesitase o para descansar un ratito a la hora de los rincones de juego.
Pues ha sido todo un éxito, podría decir que lo utilizan casi a diario, durante los rincones siempre hay alguno que acude allí un ratito a descansar (hacer laberintos con el dedo sobre el cojín, abrazar al mosntruo, mover la botella...). Pero lo más importante, ya se han dado casos en los que llegan de casa un poco tristes, cuelgan sus cosas y se van un momento al rincón para incorporarse al rato a la asamblea, también cuando ha surgido algún conflicto.
Este rincón funciona porque realmente están siguiendo las normas y lo utilizan cuando lo necesitan, no van allí a jugar o cuando yo se lo digo. Alguna vez los puedo animar a ir pero tan solo una vez, si no quieren no van, es elección suya.
*No tiene nada que ver con la silla de pensar (que un alumno de prácticas pensó que el rincón era aquello), creo que es totalmente opuesto.
¡Qué buena idea!
ResponderEliminar¡Gracias! Te animo a que la pongas en práctica el próximo curso :)
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