En momentos así es cuando te das cuenta de lo bonita que es la profesión el docente, de la alegría y al amor que se puede llegar a respirar en el aula, de la huella que dejas en tus alumnos y alumnas cuando todo lo que haces, lo haces desde el corazón.
Después de casi un año, me han reconocido, no me han olvidado, y lo mejor de todo, no han parado de darme abrazos y de decirme cuánto me quieren. Recordaban algunas cosas del año pasado, los juguetes de la clase, cuando hacíamos el "cohete", el "monstruo de colores" y sobre todo a mí.
Gracias también a mi compi, ahora su tutor, que sé que les habla mucho de mi :)
Cosas así te motivan a seguir adelante, a enfrentarte una vez más a las oposiciones, a navegar a contracorriente, a seguir mejorando, a no tirar la toalla y sobre todo a seguir disfrutando del día a día en el aula, de sus sonrisas, de sus frases graciosas, de sus descubrimientos, de sus besos y de sus abrazos.
En cuanto pueda, volveré a ir a veros, estaréis para siempre en mi corazón. Ya me dijeron que los primeros niños y niñas nunca se olvidan.
Os quiero.
Y la alegría se convierte en nostalgia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario